In today’s world it takes only 40 minutes to get from the modern
capital city of Merida to the fishing village of Sisal, but this a different
world and a different place, where time is stalled and somehow seems to stand
still.
Three different roads link Merida with Hunucma, and from there
one straight road goes directly to Sisal; there is no link to other coastal
towns. This fact alone has protected Sisal from the out of control growth that
we see on other beaches of the coast. Additionally, Sisal is surrounded by the
natural Reserve of “El Palmar”.
The main difference between Sisal and its more popular neighboring
beach towns is the very essence of its location; it rarely appears on maps or
guidebooks as a destination. Paradoxically, it was one of the first and most
important ports during the colonial period. The Empress Carlota, Princess of
Belgium, stopped there on her visit to Yucatan. It was the port from which all
the Henequen Fiber known as Sisal was exported to the world. Today the main
activity there is fishing, the presence of which is noticeable in the town’s
streets where men prepare the boats and nets for the next day’s toss, just as
they did hundreds of years ago.
In one section of the town we find weekend houses of people
from Merida looking to escape the city, and a growing seasonal population of Canadians
and others who migrate there to take advantage of the year round mild weather.
As well, duck hunters visit the lagoon, parallel to the seashore during the
winter season.
The beach is desolate and calm. Only on holidays it becomes
more populated, but rarely do you see those motorized vehicles that pester
other beaches of the Peninsula. Breeze is constant, but there are almost no
waves to worry about, and the sea goes from Caribbean Turquoise to a deeper
Gulf of Mexico Blue.
The sea shore in Sisal is one of the original coastal dunes
remaining, with colorful and beautiful perfumed bushes, palm trees and cacti. The
flora and fauna of the beach magically mix with that of the mangrove of the
adjacent lagoon creating breath taking vistas.
“Sisalenos” get around town on bicycles, tricycles and
mototaxis. Every other Sunday they have baseball games and the characteristic
religious processions on the streets with everybody participating. There are
interesting colonial buildings and monuments: a fortress, a lighthouse, the
recently restored customs building, and a stone warrior’s sculpture and plaque
from the 16th century. At sunset a promenade on the pier with its
typical sweetheart’s benches becomes a must.
There are a few inexpensive inns and the “Club de Patos”,
originally a duck hunter’s lodge, which is now transformed into an exclusive boutique
hotel with only nine suites. There are also several restaurants where one can
enjoy succulent Yucatecan cooking and fresh seafood. The place is perfect for a
bike ride, beach stroll, fishing, scuba and snorkel expeditions. It is the
ideal environment for bird watchers: one
can easily observe ducks, cormorants, cranes, pelicans, and different wading
birds, with the spectacular military formations of the flamingos parading in
the sky.
Sisal is a perfect place to get away from the chaotic and
suffocating city, surrounded by nature and lulled by the sea breeze.
En Espanol
A tan solo 40 minutos de Mérida, se encuentra el pueblo de pescadores de Sisal. Hay tres carreteras que confluyen en Hunucmá, la cabecera municipal, y que llevan a Sisal. No se puede llegar desde Progreso o Celestún. No hay un camino costero que una estas tres localidades, lo que aumenta el aislamiento del pueblo, pero también lo protege del crecimiento desbocado. Del lado de Celestún limita con la reserva de “El Palmar” que en su punta Palmar tiene un gran faro.
La diferencia entre Sisal y los tan conocidos y visitados puertos de Celestún y Progreso, es que está aislado, escondido. Casi no aparece en mapas o guías turísticas del estado de Yucatán. En realidad, es desde la conquista el primer puerto de la península. Por ahí pasó la emperatriz Carlota en su visita a Yucatán. Por ahí se exportaba el henequén de la península. Su actividad principal actualmente es la pesca, de día y de noche se pueden ver pasar una gran cantidad de pequeñas embarcaciones. En las calles se ven también los alijos de los pescadores, quienes en las tardes los reparan y preparan para la faena del día siguiente.
Existe toda una zona de casas de veraneo o fin de semana de familias que huyen del calor de Mérida, y una cada vez más numerosa población flotante de canadienses que huyen del frío. También los grupos de cazadores de patos que visitan en el invierno la laguna, paralela a la playa.
La playa es muy tranquila, son ocasionales las visitas de esas motos marinas y triciclos de playa que han invadido, por desgracia, el resto de las playas de la península. La brisa es constante, no hay grandes olas y el color del mar va desde un azul turquesa caribeño, hasta un verde más obscuro o turbio, propio del Golfo de México.
Es uno de los pocos puntos en que se conserva aún la vegetación de la duna costera, lavanda, uva y fresno de mar, mezclada con palmeras, agaves y cactáceas. Pero también está presente la vegetación propia de la laguna, unos impresionante arbustos de mangle gris, rojo, negro, y enormes árboles como el álamo y el almendro, típicos de toda la península.
Los sisaleños realizan sus desplazamientos en bicicletas, triciclos y mototaxis. Cada dos domingos hay encuentros de beisbol y en ocasiones se pueden presenciar interesantes procesiones religiosas en las que participa todo el pueblo. Hay un fuerte que data de la época colonial al que en el siglo XIX se agregó un faro. Sorprende la belleza de la antigua Aduana recién restaurada y una escultura en piedra de un guerrero datada en el siglo XVI. Por la tarde es obligado el paseo por el muelle con sus bancas “tú y yo” típicas de Yucatán.
Hay algunas posadas a precios económicos y el Club de Patos, originalmente construido como albergue para los cazadores de patos, y que actualmente ha sido remodelado como un exclusivo hotel boutique, con únicamente nueve suites (www.clubdepatos.com [3]). Hay varios restaurantes donde se pueden comer las delicias de la cocina yucateca, los productos frescos del mar y de la laguna, pero también se pueden organizar todo tipo de excursiones de pesca, buceo y snorkel o excursiones a pie o en bicicleta para observar la flora y fauna de la laguna. Hay cocodrilos, ranas, camarones y jaibas, garzas, patos, tordos, calandrias, colibríes, cardenales, pelícanos, gaviotas, cormoranes y desde luego los espectaculares flamencos que pasan en formaciones militares a diferentes horas del día.
Sisal es definitivamente una buena alternativa para descansar de la agitada y sofocante ciudad y aislarse en un lugar enclavado en la calma que produce el contacto con la naturaleza y el arrullo de la brisa del mar.
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